
LaPutaVerdad
Lunes 24/02/2014
ANNA BAÑON


Libo, un niño cualquiera, ha nacido en un momento y lugar inapropiado. Ahora, poco importan sus virtudes o si puede aportar algo esencial al mundo: Su sino está perdido. Hoy el niño queda escondido en un rincón de nuestra mente colectiva, a la espera de que el mañana de una oportunidad a los que vengan. Hoy Libo poco importa… nos hemos olvidado de su nombre.
La generación perdida, la generación “nini”, paria, perdidos, confusos, eso somos para muchos, NADIE. Así nos llaman y así muchos de nuestra generación se creen, porque amigos, cuando te repiten una y otra vez que no vales nada, al final el error es que te lo acabas creyendo.
No es cierto, no somos una generación perdida. Se me ocurren otros muchos adjetivos para nombrarnos:
Somos una generación inteligente, nacidos en el avance tecnológico, y capaces de dominar desde pequeños las nuevas tecnologías, eso también hace que nuestras capacidades cognitivas sean mayores en muchos aspectos. Además, somos una generación con ganas de aprender y de emprender proyectos que a menudo se quedan en nuestros sueños, pero están ahí: tenemos ideas nuevas, queremos y podemos hacer que las cosas avancen de forma positiva. Somos una generación con valores renovados, que ya no creemos en ciertas ideologías y somos escépticos sobre las bases que llevan sustentando al mundo mucho tiempo, creemos que el ser humano puede llegar a ser mejor como ser y sociedad.
Somos también personas nacidas y educadas en una sociedad que Zygmunt Bauman nombró y adjetivó “líquida”, que requiere de una adaptación constante para poder sobrevivir a sus transformaciones imparables. Nosotros somos así: Flexibles, luchamos, buscamos nuevos caminos para poder sobrevivir, nos enfrentamos a una constante incertidumbre y aun así seguimos adelante. Pero la incertidumbre duele y las expectativas negativas que todos nos transmiten se nos calan en los huesos.
Si tuviese que nombrar realmente lo que los jóvenes de ahora somos es la “generación incomprendida”. ¿Estamos perdidos? ¡NO! Quizás confusos, quizás necesitamos movimiento y organización para poder llegar a algo, pero virtudes nos sobran. Si alguien está perdido no somos nosotros, si no los que ya llamé en artículos anteriores “ellos”, intelectuales y personas poderosas ancladas a mentes rancias ya caducadas, a estructuras oxidadas que caen por su propio peso, a soluciones que funcionaron quizás en crisis anteriores pero que ahora no tienen cabida, porque nuestra sociedad es totalmente distinta y, como tal, tiene necesidades totalmente diferentes.
Amigos… no os dejéis hundir por unos hilos que lo único que quieren es seguir manejando. Somos capaces de llegar muy lejos y si no avanzamos, entonces sí que estamos perdidos, porque éste mundo está dispuesto a olvidarse de nuestra existencia para olvidarse de una de sus peores épocas.
Pero nosotros no somos un mal resultado de estos malos tiempos, si no la mejor y única solución.
Martes 25/02/2014
FRAN HURTADO

Que el sistema educativo español tiene muchas deficiencias es incuestionable; que un alto porcentaje de los jóvenes de nuestro país tienen un problema, también.
Pero aquí su razón es de ámbito social: "Mujeres, Hombres y viceversa", ha hecho mucho daño... Prácticamente el mismo que "los porros quinceañeros".
A pesar de todo, creo que hay un hilo para ser optimista. Cada año miles de jóvenes entran a la Universidad, ya sea mediante estudios de bachillerato, formación profesional u otra vía (aquí también pongo en duda si hay que hacer algo o no), con las ganas de formarse por un futuro mejor, aunque algunos de ellos se crean que la Universidad es jauja.
Cada año miles de jóvenes terminan del mismo modo su formación, se preparan para el mundo laboral o dan rienda suelta a la vida. Sea como fuere, miles de jóvenes labran un porvenir muy necesario, tanto para ellos como para el resto. Las nuevas energías, sumadas a la experiencia, son el motor renovador y sustentador de todo proyecto. El optimismo pues, es el primer paso de la cosecha. Sin la intención, las ganas y la positividad, jamás obtendremos fruto.
Desgraciadamente, el positivismo no es suficiente... Capacidad, talento y suerte, son algunos de los ingredientes que completan la pócima. Una serie de cualidades que pueden verse trabadas por muchos otros factores, tanto internos como externos, y a los que el individuo debe hacer frente. Todo ello no será un esfuerzo en vano; madurez y reacción serán el resultado.
Los zagales topamos con la crítica y la impaciencia, muchas veces durísimas, pero debemos lidiar con ellas y no olvidar que todos fueron mozos hace tiempo. Aprender, trabajar y respetar deben ser las directrices para demostrarle al resto lo que podemos hacer, pero eso sólo depende de nosotros.
Si nosotros queremos podemos, si nosotros curramos lo tendremos, pero sólo con el esfuerzo y la ambición como compañeros.
Los jóvenes somos aire nuevo, ideas frescas, libertad, empuje y desarrollo... Y, al igual que sucedió en las generaciones anteriores y como sucederá en las siguientes, nos las veremos con manzanas podridas, cosa que no quiere decir que debamos tirar todo el cesto.
Miércoles 26/02/2014
LUCIA HERRERO

Llevo desde bien pequeña escuchando en todos los sitios, “estudia una carrera”, “si quieres optar a un buen trabajo debes formarte”, “si estudias todo va a ser más fácil”.
Muchos de los jóvenes de mi generación escuchamos esto en su día, y nos lo creímos; cómo no hacerlo, si lo oías en todos los lugares, sobre todo cuando se acercaba el momento de prepararte para la selectividad.
Llegaba ese último año de colegio o de instituto, y empezabas a pensar qué estudiar, y en ese preciso momento, muchos llegan a pensar, “¡qué más da lo que elija!, si lo importante es estar 5 años (ahora 4) formándote para luego tener un gran trabajo”. Pobre de nosotros que creímos que con estudiar era suficiente. Creo que ésta es la razón por la que hay 74 Universidades en toda España, 15 sólo en Madrid, de las cuáles ninguna está entre las mejores del mundo. “¿Para qué tantas?”, pensaría mucha gente. La respuesta es sencilla: porque nos vendieron que o estudias o no optarás a un buen trabajo, y ahora nos damos cuenta que muchos que no estudiaron una formación universitaria, y que encontraron trabajo antes de esta maldita crisis, tienen una vida estable y que tú, que dedicaste unos años a formarte, lo único que puedes hacer es pasarte horas delante del ordenador viendo ofertas de trabajo degradantes, con sueldos casi inexistentes.
Entonces, después de todo esto, ¿cómo se puede pensar que somos la generación perdida? En todo caso seremos la generación no querida o no aprovechada. Somos la generación más formada que seguramente haya existido en nuestro país, pero por desgracia aquí no nos quieren, y quizá dentro de poco tampoco en el extranjero.
Somos la generación que ha tenido que tomar la decisión de partir a otro país, con nuestros estudios a cuestas, a trabajar de lo que nos salga para llegar al nivel suficiente de idioma con el objetivo de que nos consideren profesionales válidos.
Es penoso, y nos hunden, ya que nos levantamos todas las mañanas con ganas de encontrar trabajo y nos acostamos con la desesperación de que otro día más ha pasado y no ha cambiado nada. Entramos en un bucle donde no hay demasiadas opciones; o decides que todos los días terminen en oscuridad, donde sabes que nunca te podrás independizar, que nunca podrás tener tu vida, que no te dejan ser adulto porque no se pueden tener responsabilidades, o, por el contrario, te vas fuera, donde sea, a trabajar de lo que se pueda, y quizás pensando que cuando las cosas vayan mejor en España, volverás. Pero ¿y si eso no sucede? ¿Si luego no vuelves? ¿Y si a parte de no volver tú, no vuelven los demás?; todos esos jóvenes que se fueron, dejarán de ser jóvenes y esa generación ya no volverá a un país donde no hay posibilidades y los habrán ganado los países que consideran a las personas que viven y trabajan en él, ya que el trabajador es el sustento del país; algo lógico.
Hasta que no se tenga ningún tipo de respeto hacia las personas, creo que seguiremos siendo una generación perdida, y para nada me avergüenza, ya que luchamos cada día por nuestro futuro y si la lucha no llega a ninguna parte, algún día se nos oirá y alguien se dará cuenta de qué tontos fuimos al no darnos cuenta de lo que teníamos y lo poco que lo aprovechamos.
Jueves 26/02/2014
AXEL FERNANDEZ

El número de jóvenes desempleados y sin apenas estudios cada vez es más elevado. Jóvenes que nunca han sabido lo que es el sentido de la responsabilidad, sobreprotegidos por unos padres que también tuvieron exceso de cobijo por unos padres que pasaron una infancia dura.
Estos padres quisieron dar a los suyos lo que ellos no tuvieron, pero de tal manera que los pequeños vieran el valor de la vida, logrando también que pudieran recibir la formación académica que ellos no tuvieron la oportunidad de cursar. Los hijos de éstos no tuvieron tanta suerte. Sus padres, acostumbrados al cobijo de la sobreprotección y a una época de bonanza económica, fueron dando a sus pequeños cuanto querían, anteponiendo los caprichos de un futuro ser a las necesidades cotidianas.
Los padres de la generación perdida nunca han sido conscientes del daño que causaban a sus hijos criándolos en el consentimiento, callando lloros con regalos, regalando con suspensos y sin dejarles ver la dificultad de la vida, pero ahora a ver quién es capaz de hacer ver a estos chavales que se pasan el día apoltronados frente al televisor tras doce horas de sueño que de seguir con su actitud, tienen el futuro más que negro.
Observando a mis vecinos y amigos me doy cuenta de que la generación que nos preocupa no ha finalizado aún, pues sigo viendo niños que lloran desconsoladamente, berrean y patalean hasta que consiguen lo que quieren, ya sea un juguete o simple atención. Todos sabemos que ésa no es la manera de educar, pero aun así, me querré ver cuando sea padre. No debe ser nada fácil y seguro que lleva a momentos de desesperación.
Sé que por esto me voy a llevar más de una crítica, pero debo decir que yo soy defensor de una bofetada a tiempo (en ocasiones contadas y más susto que cualquier otra cosa), pero al ver a los padres extra-permisivos junto con los que tan solo saben gritan a sus hijos al mínimo mal comportamiento, me alegra saber que la bofetada esté tan mal vista, pues sería el único recurso al que acudirían para hacer apaciguar a sus hijos.
Mucha gente atribuye el comportamiento y el carácter de estos críos a la educación, que por todos es sabido que es pésima en nuestro país, pero debemos recordar que la mayoría de los que fueron padres entre el 75 y el 80 no tuvieron posibilidades de cursar estudios superiores y la educación básica dejaba bastante que desear. Olvidan que la educación comienza y acaba en el hogar, con unos padres que educan para saber enfrentarse al día de mañana sin titubeos, que educan a sus hijos mostrándoles que nadie da nada y sobretodo mostrándoles amor incondicional. Amor de padres, que al fin y al cabo, se demuestra con afecto pero también con preparación para el futuro.
No soy padre, pero deseo serlo pronto y espero recordar estas palabras que aquí plasmo, pues no querré ver que mi mayor proyecto acaba siendo un fracaso.
Viernes 28/02/2014
BORJA HEREDERO

He decidido decir basta.
En alguna ocasión llegué a creerme que estaba perdido y como yo toda mi generación. La condena era mayoritaria para todos y sin saber el motivo real de la situación, nos convertimos de ser el futuro de una nación, en una hornada defectuosa, un estorbo sin mas razón de ser que la de subsistir y aguantar, en ocasiones a base de desengaños y palos.
¿Realmente alguien puede argumentarme una razón por la que ser una generación perdida?
Sin lugar a dudas, somos una generación, pero una generación echada a perder por un sistema que nos olvida, que nos ha dejado en la estacada porque somos la opción mas fácil.
Si realmente crees que somos una generación perdida, no nos conoces.
La época en la que nos ha tocado vivir es indudablemente un reflejo del desánimo generalizado por una crisis que aprieta y ahoga pero que en cambio saca a relucir un potencial en ocasiones desvalorado y ese es el poder de la gente joven.Nos vemos obligados a trabajar en unas condiciones que dejan mucho que desear respecto a antaño, hemos perdido todo derecho a protestar o reclamar y se ha instalado la antigua ley de: “ Ver, oír y callar ", pero estamos hartos, somos la base del futuro, todo y luchar contra viento y marea para sobrevivir y poder meternos un trozo de pan en la boca, seguimos soñando, seguimos creando proyectos e ilusionándonos con tiempos mejores y ése es el verdadero espíritu joven. El joven de hoy no se resigna, pelea y vence y en ello estamos todos muy convencidos.
Un día decidí cambiar, mirar a mi alrededor y ser consciente de que nos estaban apartando del camino correcto, privándonos de la opción de crear un futuro, de poder ser quien un día soñemos pero eso acabó porque hoy en día decimos: Nuestra vida, nuestras reglas.
Frase del Director
* En ocasiones perderse es la única opción de encontrarse*
Sábado 1/03/2014
CAROLINA FIGUERAS
"Expresador" invitado

La generación perdida; maldito nombre el nuestro. Me hace gracia que los que nos han puesto este nombre sean los mismos que nos han evocado a vivir sin futuro. Nos han quitado las posibilidades de un trabajo digno, nos han quitado el dinero, la casa y nos han obligado a sobrevivir teniendo tres y hasta cuatro trabajos sin llegar a final de mes o a quemarnos a lo bonzo o a salir a la calle, a hacer huelgas de hambre o al suicidio si no tienes esos trabajos y ya no puedes subsistir.
Esos mismos son los cínicos que además se creen que nos gusta este sobrenombre que suena medio bohemio, porque recuerda a aquel grupo de escritores decadentes y borrachos como Ezra Pound o Heminway que vivieron en Paris.
No nos gusta el nombre, porque eso significaría que nos hemos resignado, que no tenemos ganas de vivir y en definitiva que somos unos fracasados. Esos cuatro políticos tendrían que plantearse si de verdad quieren hundir en una depresión aguda a toda la generación joven que los va a suceder. Si quieren sembrar el miedo. Si quieren sembrar el miedo en vez de la lucha por la igualdad de los derechos que se acaban de cargar.
Esos políticos son los que nos obligan a emigrar y además nos quitan el derecho a la sanidad al hacerlo. Los que nos oprimen se atreven a clasificarnos con un nombre que quita la esperanza. La pérdida es una batalla de la que debemos ser responsables de aceptar o de combatir. Nosotros ya lo estamos haciendo, estamos combatiendo desde el primer día. Y digo nosotros porque creo que no sólo somos los jóvenes los que estamos en esta situación asfixiante, en la que la frase estrella es la de preferir tener un trabajo basura a no tener trabajo y encima tener que decir gracias. Pues no, eso no va así; nos han machacado, humillado, hundido laboralmente y ¿encima quieren que les besemos la mano? ¿Pero qué clase de cinismo es ese?
La generación perdida, no solo engloba a los jóvenes sino a toda la sociedad. Y es esa misma sociedad la que ha conseguido después de 15 meses de huelga, frenar la privatización de algunos hospitales, abolir la dictadura de Kiev, frenar los desahucios y muchas cosas más. Nosotros, la generación perdida hemos encontrado nuestro camino que es el de no rendirnos. El de luchar juntos porque ésa es la única forma de cambiarlo todo, incluso nuestro destino generacional. Y así poder llamarnos entre todos la generación de superación, de supervivientes, de valientes. Porque realmente tenemos un poder enorme en colectividad. Nos han hecho creer que no somos nada, pero no es verdad. Nuestro poder recae en nosotros, en luchar por nuestros derechos, los de nuestra familia, vecinos y amigos. Nos habéis obligado a ser así. Luchamos por lo que nos importa para recuperar ese poder y salvar a la sociedad.